¿Cómo prevenimos el autoritarismo?
martes, 3 de octubre de 2023
Por: Javier González Para: Animal Político
El pasado mes de julio se publicó el Latinobarómetro 2023, estudio que, por medio de encuestas de opinión, recoge el sentir sobre la democracia y su desarrollo en América Latina. 1 Si bien desde hace algunos años los resultados del análisis señalan una tendencia hacia la des-democratización en México, los datos de este año reflejan un ascenso dramático de la propensión hacia el autoritarismo entre la población en general.
Entre las variables que recoge el estudio, quizá las más alarmantes son las que reflejan la falta de aprecio a la democracia. Este año, la democracia como mejor forma de gobierno tuvo un apoyo de solamente 35 %, una disminución de 8 puntos porcentuales en comparación con 2020. A la par, la preferencia por un gobierno autoritario creció 11 puntos porcentuales, pasando a 33 %, lo que coloca a México como el país con mayor preferencia por el autoritarismo en toda Latinoamérica.
El balance por país que hace el Latinobarómetro refleja que en México un tercio de la población apoya a la democracia, un tercio es indiferente al tipo de gobierno y el otro tercio apoya el autoritarismo. A pregunta expresa sobre la satisfacción con la democracia, 61 % de los encuestados se declara insatisfecho.
Además de las tendencias frente a la democracia, el estudio recoge lo que denomina “actitudes no democráticas”: En nuestro país, a 56 % de los encuestados no le importaría que llegara al poder un gobierno autoritario “mientras resuelva los problemas”, al tiempo que casi la mitad apoyaría que el presidente controle los medios de comunicación en caso de dificultades.
Para finalizar este breve recuento de los resultados del estudio, nos parece importante recoger los hallazgos referentes a los partidos políticos. Por primera vez, el Latinobarómetro recoge la opinión de la población sobre el rol de los partidos políticos en la democracia. En México, 58 % de los encuestados considera que la democracia podría funcionar sin partidos políticos, lo que no sorprende en un momento de enorme decepción con las más recientes alternancias en el poder, la crisis de representatividad y la irrupción de las redes sociales como vehículos de participación política.
Es evidente que México se ha unido a la numerosa lista de países como Brasil o Estados Unidos en donde la democracia parece haber defraudado las expectativas de la mayoría, además de sumergirse en los mismos procesos de autocratización que atraviesan Israel, Rusia, Bolivia, Nicaragua, El Salvador y, nuevamente, Brasil y Estados Unidos, por ejemplo.
¿Cómo se puede entender un aumento tan significativo del apoyo al autoritarismo en México en tan solo tres años? ¿Es un síntoma de que México se encuentra en la peor crisis de su democracia desde la transición del año 2000? En su libro Crises of Democracy, Adam Przeworski identifica fenómenos políticos, denominados “señales”, que han ocurrido en países cuyas democracias se han debilitado seriamente. Estos indicios son la erosión del sistema de partidos tradicionales, la volatilidad electoral, el deslizamiento hacia la derecha de las propuestas partidistas, la aparición de actores abiertamente populistas, y la disminución del apoyo a la democracia en las encuestas de opinión pública. 2
Es de notar también, como apunta Przeworski, que un deslizamiento hacia el autoritarismo usualmente es precedido por una sensación general de insatisfacción con la democracia y sus instituciones. Este es el factor social que alimenta la desconfianza y la frustración. La desigualdad, la pobreza, la impunidad, la percepción de corrupción, la inseguridad y otros problemas estructurales a los que no se les ve salida, son los enemigos más firmes de la salud democrática.
Esto es así porque generan que la población deje de percibir la competencia electoral y el intercambio de ideas como los medios más adecuados para la sucesión de los gobernantes, mientras se genera un sentimiento crónico de desconfianza en los partidos tradicionales y en las instituciones democráticas. Como apunta Quiróz Villalobos, la sociedad de la desconfianza tiene su correlato en una desafección hacia el rol de la democracia para el funcionamiento social y político. 3
El Latinobarómetro nos presenta una especie de lista de verificación de la proclividad de México hacia el autoritarismo, en la que podemos “palomear” casi todas las casillas. En su popular libro Cómo mueren las democracias, Steven Lebitzki y Daniel Ziblatt señalan que la mayoría de las democracias no se ven afectadas “de un plumazo”, es decir, no se desfiguran de manera abrupta. Las democracias son capaces de soportar periodos prolongados de polarización severa y alta desconfianza. El desgaste del sistema toma tiempo, pero todos los regímenes democráticos tienen sus puntos de rompimiento, aunque a estos se llegue de manera casi imperceptible. 4
En diferentes países de la región, cuyas democracias han transitado por profundos procesos de inestabilidad, descontento social y amplias desigualdades, es visible una ciudadanía desalentada, propensa a hacer suyos los postulados de candidatos populistas que, una vez en el poder y mediante estrategias pretendidamente legales, se han dedicado a desmantelar las instituciones democráticas, usualmente las que funcionan como árbitros o equilibrios entre los distintos Poderes.
Es precisamente en el proceso de desafección democrática cuando se hace aceptable para la ciudadanía que un político antisistema rechace las reglas de la competencia, niegue la legitimidad de sus oponentes, tolere o incluso promueva la violencia política, y tenga un papel protagónico en los medios de comunicación. Por otra parte, cuando los políticos populistas afirman luchar contra una élite homogénea y corrupta –aun cuando esa lucha pudiera tener mucho de legítima y justificable–, la ciudadanía empieza a aceptar la polarización y el discurso de odio como precios justos a pagar a cambio de que “se haga algo”.
No es fácil ni rápido salir del atolladero. El deslizamiento hacia el autoritarismo puede contenerse cuando se permite a la ciudadanía participar en la definición de la agenda pública y el control del poder político, pero también cuando el Estado es efectivo en garantizar el cumplimiento de las expectativas sociales y de los derechos económicos, ambientales, sociales y culturales de la población. Con todo y sus defectos, la democracia puede recobrar sentido en la base de la pirámide, mediante la acción ciudadana genuina, que tiene como arma las boletas electorales que pueden ser, en palabras de Przeworski, como “piedras de papel”.
1 Corporación Latinobarómetro,” Informe 2023”, 21 de julio de 2023. https://www.latinobarometro.org/lat.jsp
2 Przeworski, Adam, Crises of Democracy, Cambridge: Cambridge UP, 2019, p. 83.
3 Quiróz Villalobos, Milton, “La desconfianza hacia la democracia en América Latina”, Cuestiones Constitucionales, núm. 40, enero-junio 2019, p. 223.
4 Levitsky, Steven; Ziblatt, Daniel. Cómo mueren las democracias. Buenos Aires, Argentina: Ariel, 2018.