¿Quién cuida a las mujeres que cuidan?
jueves, 29 de febrero de 2024
Por: Liliana Alvarado Para: Opinión 51
Mi papá tiene un hermano y dos hermanas. La tía Cristi, como nos referimos a ella de cariño, siempre ha sido muy cercana a mi. Entre otras cosas, porque es nuestra vecina y la frecuentamos con regularidad. Recuerdo que de niña, algo de lo que más nos ilusionaba a mi hermana y a mi era ir a su casa y jugar al “avión”.
Para esa actividad teníamos todo lo que las auxiliares de vuelo de la época requerían (mascadas para el cuello, pins para la ropa, mascarillas de oxígeno, cinturones de seguridad, entre otros), debido a que el tío Gorki, esposo de mi tía Cristi, fue capitán de Aeroméxico durante 36 años. Por la naturaleza de su trabajo estaba poco en su casa, sin embargo, cuando coincidíamos le daba mucho gusto verme y desde entonces me llama “pingo”, pues en su opinión yo era una niña muy traviesa.
Mi tío ahora tiene 84 años y desde hace aproximadamente tres, requiere cuidados constantes. Mis tres primas viven fuera de México desde hace varios años y, en consecuencia, el cuidado de mi tío ha recaído enteramente sobre mi tía, quien casi al mismo tiempo empezó a mostrar manifestaciones de Parkinson.
A ella, como al resto de las mujeres que son cuidadoras, esta tarea le ha cambiado la vida, pues ha perdido la libertad de hacer su vida como antes lo hacía. Mi tío requiere atención permanentemente y, por esta razón, mi tía se ha quedado prácticamente aislada de actividades laborales, sociales y recreativas.
En México y en el mundo, hay millones de casos como este, en donde mujeres cuidadoras de infancias, adultos mayores o personas con discapacidad, se encuentran rebasadas por una sobrecarga de tareas asociadas al cuidado, que vienen a sumarse a las cotidianas del hogar, todas ellas sin ser remuneradas. De acuerdo a datos de la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC) 2022, la mayoría de los hogares en México (78%) tiene al menos a una persona que necesita cuidados. Asimismo, el 75% del trabajo de cuidados no es remunerado y lo realizan mujeres, cifra que sube hasta 96% en el caso de cuidados para la primera infancia.
Aunque la mayoría de las veces estos problemas suelen resolverse en los círculos familiares, debemos visibilizar la importancia de que las mujeres cuidadoras sean asistidas y apoyadas a través de distintas formas, e involucrar a actores públicos y privados. Ello, en un primer momento con la intención de reducir el problema, pero también para participar y concientizar sobre la necesidad de redistribuir las labores de cuidado.
Recientemente estuve en el municipio de San Pedro Garza García, Nuevo León, donde tuve la oportunidad de participar en una plática sobre el Sistema de Cuidados con la Directora del DIF, Irene Ovalle. En dicha plática Irene expuso algunas acciones que han implementado para reducir la carga de las cuidadoras del municipio. Una de las que más llamó mi atención se refiere a los relevos domiciliarios en donde se apoya a las cuidadoras un par de horas a la semana para que puedan salir de sus casas a realizar actividades básicas. Irene contaba que al principio dichas mujeres se negaban a dejar a sus familiares por miedo a que les pudiera pasar algo, no obstante, ahora perciben dicha dinámica como un alivio.
Asimismo, se ha destinado un transporte especial para llevar a las cuidadoras a puntos de interés como bancos, clínicas de salud y lugares para abastecerse de alimentos. Adicionalmente, las cuidadoras reciben una tarjeta de despensa y ayuda psicológica, aspecto fundamental para su bienestar ya que, por obvias razones, estas mujeres suelen estar agotadas y deprimidas (concretamente, en el municipio de San Pedro Garza García, seis de cada diez mujeres que realizan labores de cuidados se encuentran en esta situación).
A pesar de este caso específico, a nivel nacional se requiere más presupuesto para escalar las buenas prácticas, para tener más y mejores estancias para la infancia, atención a personas discapacitadas y adultos mayores, así como para garantizar más apoyos de distinta índole a las personas cuidadoras. Este tema no solo me hace pensar en la tia Cristi, sino también en mi propia realidad. Yo no tuve hijos y las estancias de adultos mayores en este país no son una prioridad para los gobiernos. Cuando llegue ese momento, ¿quién me va a cuidar?